viernes, 21 de octubre de 2011

Hola, te hablo A VOS.

Hola, te hablo a vos. Sí, a vos.

 A vos que estás leyendo esto, te tengo que decir algo: la gente está MUY loca. Y no se lo estoy diciendo a Johnny, subnormal mental, sino a vos. A vos que pensás que tu idea es la única válida en el planeta, a vos que tenés la necesidad interna de sobresalir, a vos que lo único que te interesa es demostrar que “sos mejor y siempre lo vas a ser”. A vos, que te sentís lo suficientemente mejor como para dignarte a no intentar entender al que tenés al lado. A vos, que escuchás los Beatles y te sentís “re identificado” y “coincidís totalmente” con los clásicos “imagine all the people living life in peace” / “all you need is love”, y la única forma que encontrás de llenarte es interfiriendo en temas de otra gente solamente para que después, haya de qué hablar, o peor: metiendo a la fuerza a ajenos a tus propias cuestiones, cosa de que después haya más sentimientos en juego y el tuyo siempre sea el más fuerte, y seguís encontrando razones para victimizarte. A vos, que sos cristiano pero no ves a Dios en la gente que te rodea, a vos que sos judío pero no sabés lo que es la Torah, a vos que sos musulmán y no podés decirme ni dos de los cinco pilares del islam, a vos que sos ateo pero crees ser el verdadero dios. A vos, que ni te pasa por la cabeza la posibilidad de que otros, además de tus “amigos”, necesiten ser defendidos. A vos que no querés entender que no sólo tu opinión merece respeto, sino que todo ser viviente tiene derecho a ser respetado, así como sus pensamientos y sentimientos. A vos, que tenés un cuarto en tu casa para exhibir la innumerable cantidad de máscaras que adornan tu cara como te convenga según la situación, a vos que decís “mi viejo es lo más grande que hay” y después, lo tratás como si no tuviera nada que enseñarte. A vos, que pensás que los sueños y triunfos nacen del pisoteo a las personalidades ajenas, a vos que pensás que hacés las cosas tan bien y valorás tanto tus cualidades que no podés entender que aprendiste y te formaste gracias a las contribuciones de gente de tu entorno, a vos que andás diciendo que “el destino es incierto” y por dentro estás seguro de que tenés tu librito personal de reglas para una vida perfecta. A vos, te digo: concientizate.
Pero a vos, que simplemente sentís que estás viviendo en un lugar donde no pertenecés, con gente que no aprecia lo que tiene y se desentiende de la preocupación por “extraños”, a vos también te tengo que decir algo. A vos, que vivís bajo la frustración de no poder cambiar nada, a vos que terminás sacando fuerzas de lugares donde pensaste que no existín, a vos que tratás de seguir adelante y defender lo mejor que podés tener: tus creencias. A vos que pensás que todos los astros de todas las constelaciones de todas las galaxias de todo el universo se complotaron para hacerte sufrir, a vos que sentís que tenés que salvar a la sociedad desde tu pequeña casita y palpitás la impotencia a cada minuto, a vos que mirás una foto de otra persona y pensás en todo lo que cambió desde ese momento y lo difícil que va a ser que vuelva a existir de esa forma que a vos te gustaba, a vos que te vivís quejando de cómo la gente elige el mal ante el bien  y después te sentís hasta esclavizado por tus propias palabras. A vos que tenés mil ideales y querés llegar a ser todos juntos en una sóla vida, a vos que te encanta entender las cosas y te cuesta aceptar que hay algunas que simplemente, no se entienden. A vos que creés tener todo el apoyo y el viento de tu lado simplemente por esforzarte día a día para seguir tus propios principios. A vos, te digo: concientizate.

Y si no entendiste nada, tomá, culturizate: Con origen en el vocablo latino conscientĭa (“con conocimiento”), la conciencia es el acto psíquico mediante el cual una persona se percibe a sí misma en el mundo. Por otra parte, la conciencia es una propiedad del espíritu humano que permite reconocerse en los atributos esenciales.

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