domingo, 30 de octubre de 2011

27.10 - 30.10

Esta entrada quisiera dedicársela a alguien increíble… MI FIN DE SEMANA.
Sí, señores, comenzando por el jueves a la noche, cuando conté con la presencia de la señorita Rocío Alvarez, para diversas charlas intensas que venía necesitando hacía añares y que me encantaría que se repitieran en  un futuro cercano.
Viernes en el colegio fue un buen día: como siempre, la prueba de mapi fue a puro libro pelado y sin la supervisión de directivos. Exacto, un golazo. Además, mary-luise no entregó las horrorosas pruebas, y lili nos dio un buen trabajo de repaso al que le voy a sacar mucho jugo el día anterior al anual. Igualmente, cada minuto se hacía eterno y parecía que el timbre de las 12.55 no iba a tocar. JA, te quiero ver a vos en los últimos diez de física antes de emprender un glorioso viaje hasta La Plata para vivir una noche que venís esperando hace cuatro meses. Bueno, en fin, la güera nos vino a buscar a mí y a pili a la salida y fuimos derecho a casa a comer algo. Mientras escuchábamos Aerosmith a todo volumen, nos calzamos nuestras remeritas y guardamos bien las entradas en un bolsito que contenía todo lo necesario para un viaje de aproximadamente seis semanas al Congo. 15.15 hs Gaspi nos pasó a buscar. Continuando con la temática del día en los parlantes del auto y con brillo de emoción, ansiedad y hasta incredulidad en nuestros ojos, pasamos la hora y media de viaje. Nos encontramos con el resto de la plebe asistente dentro del Estadio Único de La Plata y nos mentalizamos para las 5 horas de acalorada espera que se venían. Dos bandas soporte: DOS DESASTRES. Luego de la interminable hora de 21 a 22, pudimos apreciar tres pantallas digitales bajándose sobre el escenario con las luces apagadas, y cinco figuras detrás de éstas y una de ellas, de repente, al unísono con el estallido en palmas y gritos de la gente, entonó con perfecta voz “BUENOS AIRES!!!”. Y ese fue el instante en el que empezó lo que fue, seguramente, uno de los ratos más perfectos de mi vida, que comenzó con una exageración indescriptiblemente genial de Draw The Line. El llanto del cielo amgaba cada tanto, hasta que, mientras el sexy de Tyler entonaba What It Takes, se largó con todo. Y después, lo más emotivo: I don’t wanna miss a thing, con la lluvia, en vivo con Steven a unos 15/20 metros señalándonos, y abrazada con mi mejor amiga de toda la vida, quien hizo de ese momento aun más increíble, por más de que yo creía que era imposible. Mis lágrimas comenzaron a mezclarse con las de Dios, y me sentí realmente viva. El recital siguió con hits increíbles que canté a todo pulmón sin importar nada, y duró lo que para mí fueron 15 cortos minutos en lugar de 1h40’. Steven, Perry, Kramer, Hamilton y Whitford se despedían y yo volvía a llorar desconsoladamente, rogando tener alguna vez en mi vida una oportunidad de repetir esta vivencia. Nos caminamos un par de cuadras para alcanzar a mi viejo luego de salir del estadio, y con compra de póster de por medio, subimos al auto y los cuatro caímos rendidos ante nuestros agotados cuerpos y conmovida mente.
Sábado, a las 10 arriba, pero cuando me enteré de que era al pedo, ya que la actividad propuesta para la mañana SE CANCELABA, dormí una horita más para seguir recuperando la movilidad de mis piernas (y diría también, la presión arterial) que había perdido la noche anterior tras saltos, pogos y mucho, MUCHO calor. A las 14hs inició actividad normal, pusimos un poco de orden al rincón las 11 integrantes de la C.A. que estábamos presentes, y luego jugamos un rato, hasta la hora de merendar y preparar la misa que debíamos dirigir. Preparación inútil, ya que la celebración contó con 11 errores. ONCE, y contados uno por uno… pero con un poco de soda, logramos digerirlo y seguir disfrutando de la bella vida. Ya siendo de noche, asistí junto con un excelente grupo de amigos a un placentero ensayo abierto en el que tocó mi dios Longo, espectacular como siempre. De ahí con Ricky partimos rumbo a la residencia Luvini para compartir un rato con Marcos y el resto de los invitados. Entre boxeo, extravagantes bailes y una linda charla con Belén y Marzocca mayor, fue una bueeeena noche. Sí, belén, a pesar de nuestra desilusión doble, hay que aceptar que la pasamos bien… exploramos nuevos horizontes, jajaja (bizarreeee).
Domingo, enteramente Puerto Madero. 1,30hs de viaje en el 152 nos llevaron a flor, sofí y a mí a nuestro destino mabelístico para “recorrer”. Sacamos un par de fotos, nos compramos nuestro tan deseado chori (con fritas, oofff cccoouurrseee) y nos tiramos al sol cual morsas a descansar y chusmear, como siempre. Dimos vueltas y vueltas hasta que nos cansamos de la farsa, y nos tomamos el mismo bondi de vuelta, tras la desilusión de las chicas de no poder visitar a su gorda preferida (no, mabs no, la de las empanadas y la cindor). Recién llegaba y Belu me tira la típica indirecta del deseo de planes…. “estás al pedo?” terminamos haciendo brownies en casa y caminando hasta el huerto, donde la niña se quedó y yo partí hacia un “destino desconocido” (calles internas de Olivos, as usual, round and rounddd). Seguidamente, casa de mi tía a cenar y jugar con mi primo, otro golazo al ángulo.
En síntesis, un fin de semana de 100000000000 puntos. Esperemos que se repita la emoción y felicidad que sentí en estos cuatro días, que me hacía TANTA falta últimamente. Neuronas off, y a arrancar la semana con las mismas pilas... que van a hacer falta también.

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