lunes, 6 de febrero de 2012

Inesperado

La tarde estaba llegando a su fin, pero mis ansias de contactarme con la naturaleza no iban a admitir que se desperdiciara la ultima hora de luz, de modo que libro en mano me dispuse a alcanzar la tranquilidad en aquella plaza. bajo unos árboles y con el grito de las cotorras tan en mi mente como las palabras que devoraban mis ojos, los minutos pasaron. Por mucho que lo intentaba, no podía concentrarme totalmente en la lectura, pensando en qué ocurriría si por casualidad, él apareciera. Mi mente divagaba, planeaba por cielos que yo jamas podría tocar, se empapaba de esa ilusión que brillaba fuertemente entre miles de apagadas realidades.
Y entonces lo vi. Pasó. Simplemente eso, como si algo o alguien lo hubiera llamado a que pasara por la calle contigua. Mi mente de repente bajó a tierra y entonces, viéndolo recordé las reglas de este juego, en el cual se me impide intentar ganar.
Entre el sí y el no, entre la felicidad y el dolor, entre los millones de fugaces pensamientos que cruzaban mi mente en esos escasos segundos, uno se distinguió de repente, como si hubiera sido el papelito ganador de un importante sorteo, y mi estrujado corazón tuviera que leerlo...
"podríamos ser tan, TAN felices juntos..."